Dania Mendoza - México 🇲🇽 😘 5⭐

Dania Mendoza - México 🇲🇽 😘 5⭐

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5
9/10/2025

#1961                 #DaniaMendoza

Septiembre, 2025      #México

Nombre: Dania Mendoza - México 🇲🇽

Ciudad: CDMX

Lugar: V Boutique 

Fecha: 10 de septiembre, 2025

X: @daniamendoza777

Teléfono: 55 4803 5867

Arancel: 4k x hora pero tenía promo de 3k una hora

Anticipo: 500 pesos

Tiempo acordado: 1 hora, pero fueron dos.

Rostro: Muy linda, en las fotos se ve más grande, es chica de edad y de facciones lindas

Complexión: Pequeña y delgada, pero con unas pompas de infarto y unos frondoso pechos

Imagen (Photoshop): Solo retoques, pero está más linda en persona

Edad aproximada: Le calculo 23, pero ella dice que tiene 24

Abdomen: Plano, ligeramente fit

Tatuajes: Ninguno

Accesible (se deja hacer): De todo, no me puso límites, pero siempre es importante acordar

Oral a ella: Riquísimo, súper limpia y sin malos olores

Besos: De todo tipo, aunque faltó más lengua

Oral natural: Extra

Atención a los huevos: Siii

Oral con baba: Siii

Anal: Extra

Terminado cuerpo: No

Terminada boca/cara: No

Extras: Oral natural, anal y plug

Actitud: 100% complaciente y cachonda

Tema de conversación: De todo un poco, temas personales, una plática muy agradable

Puntualidad: 5 minutos antes 👍🏼

Uso de celular: Mínimo, para tomar fotos y videos

¿Cumple con el tiempo pactado? Si

Calificación: 💯

¿Repetirías? Por supuesto que sí

#CandyRank:  🍭 🍭 🍭 🍭 🍭

Reseña

Hace un par de meses, Dania se había colado en mis pensamientos. Su rostro delicado y su cuerpo voluptuoso despertaban en mí una atracción imposible de disimular. Tenía algo en su porte que me recordaba a Maky, la atleta mexicana: una mezcla de fuerza y dulzura, de poder y gracia.

El martes, entre mensajes y anhelos, apareció una señal: una promoción, una hora por tres mil pesos. Lo supe de inmediato: había llegado el momento de conocerla y comprobar por mí mismo lo que tanto se decía de ella.

Pedí informes, pactamos la cita y confirmé con un anticipo. El resto era esperar, paciente y ansioso, a que el reloj avanzara.

El destino estaba marcado: V Boutique, Viaducto, a las 4:35 llegué, pedí habitación —una junior suite— y me fue entregada sin demora. Envié número de habitación a Dania para confirmarle que todo estaba listo, y me sumergí bajo el agua de la regadera. Quería que desde el primer instante me encontrara con mi cuerpo preparado, con mi piel despierta.

A las 5 en punto, un mensaje suyo me confirmó que llegaría a las 5:30. El tiempo parecía deslizarse lento; atendí un par de correos del trabajo, como si nada sucediera, aunque por dentro la ansiedad se desbordaba.

Cuando el reloj marcó las 5:25, la recepción llamó, autorizo el acceso, mi pulso se acelera. Dos minutos después, tres golpes suaves en la puerta…

2da parte

Al abrir, el mundo se detuvo: ahí estaba Dania. Más petite, más joven, más radiante que en sus fotografías. “Hola, bebé”, susurró, y en ese saludo breve, acompañado de un beso ligero y un abrazo confiado, comprendí que la tarde sería un viaje de placer.

Dania entró ligera, envuelta en un short beige y un top negro que parecían hechos para resaltar cada curva. No era la ropa, era ella: la manera en que iluminaba el cuarto con su presencia, la forma en que a su paso dejaba flotando una fragancia cargada de deseo, de lujuria y de ansiedad.

Yo no podía apartar mi mirada de su trasero, firme y provocador, invitándome a perderme en él. Se sentó en la banca junto a la cama, y con un gesto juguetón me dijo:

—“Bebé, te traje un detalle”, en su mano apareció un chocolate Milka Oreo, pequeño obsequio que en ese instante me pareció tierno, un oasis, en medio de la tempestad que se avecinaba. Le señalé la mesa, donde la esperaban el resto del dinero, unos chocolates y una lencería que había elegido especialmente para ella, —“Es de mi color preferido” —me dijo al desplegar la prenda entre sus dedos. Sus ojos brillaban con un fuego que incendiaba la atmósfera.

Sin demora pasó al baño, y al volver, enfundada en esa lencería que abrazaba su piel, el aire se hizo más denso, más eléctrico, se acercó a mí, y nuestros cuerpos se encontraron en un abrazo que pronto se tornó beso. Fue un beso encendido, húmedo, capaz de despertar cada rincón dormido de mi piel.

Mis manos recorrieron su figura, sin dirección fija, perdidas en la locura que su piel provocaba. Dania giró de espaldas, restregando contra mí sus espectaculares nalgas. Sentí cómo mi erección crecía firme, prisionera del pantalón, mientras mis manos atrapaban sus senos, sus pezones se endurecieron bajo mis caricias, desafiantes y deliciosos.

Se volvió hacia mí y retomamos el beso con más hambre, con más fuego. Mis manos se aferraban a su trasero como si pudiera fundirme en él. Ella, cómplice, acarició mi pene sobre la tela, desabrochó el cinturón, abrió el botón de mi pantalón. Y justo entonces, un golpe en la puerta interrumpió el hechizo.

El golpe en la puerta nos obligó a detenernos. Eran las bebidas. Abrí con prisa, intentando ocultar la urgencia en mi cuerpo. La terminal de pago se resistía, como si quisiera prolongar la espera, pero finalmente todo quedó resuelto.

Al regresar, encontré a Dania tomándose fotos y videos, cada pose una provocación, cada ángulo un disparo directo a mi deseo. Aproveché para pedirle algunas imágenes para la reseña; ella aceptó con coquetería, jugando con la cámara como si supiera exactamente cómo hipnotizarme. Muchas de esas fotos quedaran solo para mí, guardadas celosamente.

Nos sentamos en la banca, el brindis selló nuestra complicidad: Baileys en su mano, Don Julio 70 en la mía. Dos copas que chocaron suavemente, preludio de un choque de cuerpos más intenso.

Los besos reaparecieron, ahora más cargados de ansia. Mis manos reclamaban sus senos, mis labios exploraban su cuello, y cada caricia hacía erizar su piel tersa. Ella me devolvía el juego con gemidos suaves, con respiraciones entrecortadas que encendían aún más mi sangre.

Su cuerpo pronto se abrió a mis dedos: mi mano alcanzó su sexo húmedo, deslicé lentamente mis caricias entre sus labios tibios, separándolos, encontrando esa humedad perfecta que anticipaba la entrega. Dania, recostada ahora en la cama, me besaba con desesperación mientras mi ritmo se aceleraba. Su cadera comenzó a moverse con fuerza, buscándome, montando mis dedos como si su cuerpo exigiera más.

3ra parte

Me acerqué a su oído, mordí su cuello, y ella respondió con un gemido largo, sexy, que llenó la habitación como un canto de placer. Sus manos se aferraron a mis hombros, su espalda arqueada, sus músculos tensos, hasta que todo su cuerpo vibró en un orgasmo profundo, inevitable.

Se dejó caer sobre la cama, jadeante, con esa sonrisa de quien se sabe atrapada por el placer, entre jadeos y risas, pedimos una pausa para refrescarnos. Le pregunté por su agenda y, con una sonrisa traviesa, aceptó quedarse una hora más. Ese “sí” fue como abrir la puerta a un mundo de excesos.

Conversamos un momento, entre copas y miradas insinuantes, hasta que su mano se posó en mi entrepierna. Jugaba con mi erección a través de la tela de mi pantalón, sus caricias lentas y atrevidas solo me excitaban cada vez mas.

Nos besamos, mis dedos atraparon sus senos, y ella me pidió con voz suave que me pusiera de pie. Con destreza bajó el cierre, me despojó del pantalón y yo, cómplice, me quité la camisa, los zapatos, hasta quedar desnudo frente a su deseo.

Dania me tomó con la mano, me masturbó lentamente, como si probara mi paciencia. Mi pene estaba firme, palpitante, listo. Abrió un condón y con un gesto erótico me lo colocó. Acto seguido se arrodilló, y empezó un espectáculo oral que todavía me quema en la memoria: lamidas largas, saliva en exceso, chupadas intensas, después lo engullía hasta el fondo de su garganta para luego escupirlo y volver a devorarlo. Una artista del placer, entregada y provocadora.

El calor subió tanto que tuve que detenerla. —“Para, estoy a punto”— le dije, con un temblor que me traicionaba.

La recosté suavemente en la cama, besando su boca, bajando por su cuello, deteniéndome a saborear sus pechos, mis manos se hundían en su humedad renovada, lista para mí. Fui descendiendo, lamiendo su abdomen hasta llegar a esa flor perfecta: depilada, limpia, tibia, con un sabor dulce que me encendió por dentro. La devoré con hambre y ternura, jugando con su clítoris, acariciando al mismo tiempo sus pechos. Dania gimió con fuerza, sus manos se enredaron en mi cabello, guiándome, pidiéndome más. Su respiración se volvió agitada, su cuerpo se retorció bajo mi lengua hasta que alcanzó otro orgasmo, tan intenso que me pidió que parara, sensible, desbordada, irremediablemente saciada.

Nos miramos, ambos sonriendo, sabiendo que la noche apenas comenzaba.

Después de su segundo orgasmo, nos recostamos un instante, compartiendo besos, caricias y respiraciones entrecortadas, Dania, siempre juguetona, se enderezó de pronto, abrió otro condón y me lo puso con una naturalidad que desarmaba. Luego volvió a tomarme con su boca, un oral provocador, delicioso, lleno de saliva y de ritmo. Su rostro angelical se transformaba en pura lujuria cada vez que se lo tragaba entero, y cuando alzaba la mirada para verme, sentía que me consumía el deseo.

No hizo falta que lo dijera: sabía que quería penetrarla. Le pedí con un gesto que se subiera, y lo hizo de vaquerita. Su cuerpo encajó armoniosamente sobre el mío con un gemido profundo, y el vaivén comenzó. Qué espectáculo verla cabalgar: sus senos rebotando frente a mí, su cabello desordenado, su cadera moviéndose con maestría. Sus espectaculares pechos los acariciaba, los besaba, los mordía suavemente, mientras ella se perdía en la cadencia de los embates.

4ta parte

Le pedí que se volteara, vaquerita invertida, su trasero perfecto quedó frente a mí, redondo, firme, tentador. Mis manos lo recorrieron con ansia: masaje, presión, algunas nalgadas que arrancaban suspiros y gemidos más profundos. Ella comenzó a moverse en círculos, a restregarse, y luego a darse sentones que me arrancaban gruñidos de placer.

El calor nos envolvía, yo estaba al borde de la explosión, y ella, exhausta y ardiente, tuvo un orgasmo, para después terminar recostándose a mi lado. Con esa sonrisa pícara me tomó de nuevo, y con movimientos firmes de su mano empezó a masturbarme, yo, incapaz de resistirme al instinto, tomé el juguete que ella había traído y lo deslicé en su intimidad. El contraste era perfecto: ella me masturbaba en modo frenético mientras yo la hacía vibrar. La humedad nos desbordaba, los gemidos llenaban el cuarto hasta que, casi al mismo tiempo, los dos explotamos en un orgasmo que sacudió cada fibra de nuestros cuerpos.

Nos miramos, jadeantes, temblorosos, y reímos con esa complicidad que nace después de haber compartido el exceso.

Después de nuestra explosión compartida, nos levantamos para ducharnos juntos. El agua caliente acariciaba nuestra piel, mezclando los restos de pasión con risas y miradas cómplices. Cada gota recorría nuestro cuerpo como un preludio de caricias, dejando un rastro húmedo y tibio, recordándonos lo que acabábamos de vivir, mientras la enjabonaba toda, ella me besaba y acariciaba mi espalda.

 

Pedimos más bebidas y nos sumergimos en el jacuzzi, allí, entre burbujas y espuma, volvimos a abrazarnos, a rozarnos, a conversar entre susurros que olían a complicidad y deseo. La intimidad del agua solo amplificaba la conexión, haciendo que cada contacto pareciera eterno.

 

Dania se levantó finalmente para ducharse y arreglarse. Qué espectáculo verla, su piel salpicada de agua, el cabello cayendo en cascada, su actitud traviesa mientras cada gesto parecía pensado para encenderme. Cada movimiento suyo era un recordatorio de que la pasión no es solo física: es arte, es mirada, es magnetismo.

Su presencia proyectaba seducción en cada gesto, en cada parpadeo. Dania era pasión consumada, deseo profundo, locura desenfrenada. Su belleza no estaba solo en su cuerpo, sino en la fuerza de su presencia, en el magnetismo de su sonrisa, en la manera en que dominaba el espacio y el tiempo de nuestra velada.

Y mientras se preparaba para irse, no pude evitar pensar en lo que ella representaba: el estuche completo, el incendio que te deja sin aliento y con ganas de más, un recuerdo que se grabaría en mi memoria con la intensidad de cada caricia, cada gemido, cada beso compartido.

“Desnúdame,

Cierra los ojos,

Consume mis deseos,

Llévame al orgasmo,

Hoy quiero estar ciego,

Hoy quiero estar sordo,

Quiero verte con mis manos,

Desnudarte con mi mente,

Devorarte sin descanso,

Complementa tu mi aliento,

Con tu humedad en mi regazo…”

Candy Rank

🍭🍭🍭🍭🍬🍬

Encontrar esa complicidad, ese jugueteo, esa chispa y coquetería, no es fácil. Todo eso hace que estar con esta chica sea algo especial e inolvidable. Claro, además de todas sus delicias y belleza.

#TuHumedadEnMiRegazo

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