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Valentina González 🔥 4⭐

#ValentinaGónzalez #CDMX

• Diva: Valentina Gónzalez

• País de origen: Costa Rica

• Arancel: $3,500 MX 1 hora (2 horas)

• Servicio incluye: 1 Relación x hora, oral con preservativo, baile erótico.

• Lugar: V Boutique Sur

• Fecha: 20 de diciembre 2024 09:30 horas

• Puntualidad: Puntual (Hasta me trajo cafecito :D)

• Reseña:

"Valentina me recuerda cuánto puede arder un mañanero cuando la lujuria toma el control, haciéndote olvidar el reloj y desborda en un deleite íntimo imposible de olvidar."

Repetir con Valentina González fue más que una decisión, fue una necesidad. Después de nuestra primera cita, seguimos en contacto y conversamos de diversos temas, lo que fortaleció la confianza entre ambos. Ya conocía sus gustos, lo que disfrutaba y lo que prefería evitar, y viceversa.

En mi experiencia con otras divas, la primera cita suele estar llena de nervios y dudas: ¿Habrá química? ¿Le gustaré? ¿Podré hacerla disfrutar? Por eso, suelo optar por lo "rutinario" la primera vez , para entender cómo es la dinámica con alguien nueva. Sin embargo, con Valentina fue diferente. Su trato y la conexión que logramos desde el inicio me dejaron con ganas de más, de explorar nuevas experiencias y dejar los nervios a un lado.

En esta segunda cita, con la confianza ya establecida, supe que la experiencia sería más intensa y auténtica. Valentina no solo es apasionada, sino que sabe cómo disfrutar y transmitir ese placer, haciendo de cada momento algo único. ¡Sin duda, repetir con ella fue la mejor decisión!

Había visto una promoción de Valentina donde descontaba 500 pesos si la cita era en V Boutique Sur, y no dudé en aprovecharla. Además del descuento, me motivaba conocer el hotel y tener mi primer "mañanero" con una diva. Agendamos para las 09:30 am, reservé por dos horas y, siendo que trabajo desde casa, decidí hacer mi primer "Home Office" en un hotel.

Llegué al V Boutique a las 07:30 am, y desde el primer momento el trato fue excelente. Las instalaciones eran de lujo, con detalles únicos que justifican su fama. Entré a mi habitación y entendí por qué tantos lo recomendaban: impecable, con más productos de aseo que muchos otros hoteles y, por supuesto, con muebles interesantes como el "Potro del amor" y el "Rincón del sacrificio".

Me conecté a mis sesiones de trabajo, cuidando que el fondo no revelara los detalles del lugar (¡imagínate el "Potro del amor" como fondo en una videollamada de trabajo!). Al compartir la foto de la habitación con Valentina junto a mi ubicación en tiempo real, me sorprendió su detalle: ofreció traerme un cafecito para este mañanero. Ese gesto me hizo sentir realmente consentido.

Cuando terminé mi reunión, conecté mi playlist de "Reggaetón Sexy" al Bluetooth. Elegí ese género porque sabía que le gustaba, y con la confianza que teníamos, quería crear el ambiente perfecto. Nos sentamos en la cama y empezamos a platicar. No podía resistir acariciarla, besándola y dejándome llevar por lo que su cuerpo me hacía sentir.

Mientras sonaba "Safaera" y escuché la frase “si tu novio no te mama el culo...”, fue como una señal. Me entregué completamente, besando cada centímetro de su trasero, pasando mi lengua por ahí mientras acariciaba sus piernas. La hice mía en ese momento, explorando sus labios vaginales y alternando entre lamerlos y succionar su clítoris, disfrutando cada reacción de su cuerpo.

Luego, la acosté boca arriba, la besé con ternura y pasión, recorriendo su cuello, sus senos, su vientre, mientras ella respondía besándome el cuello y acariciándome. Ese contacto piel a piel era puro fuego; la intensidad superaba por mucho nuestra primera cita. Cuando se colocó encima de mí en vaquerita, mis manos recorrieron su cintura mientras ella se movía, perfectamente sincronizada con mi cuerpo. Podía sentirla completamente mientras besaba sus senos y acariciaba su espalda.

Cambiamos a perrito, una posición que me dejó apreciar mejor esas nalgas en forma de corazón. Mientras la penetraba con más intensidad, sus gemidos aumentaban el ritmo.

Acariciaba su espalda y besaba cada parte que alcanzaba, mientras ella, en ese momento, llevó su mano hacia mis testículos, encendiendo aún más mi deseo. Fue tan intenso que por un segundo pensé en tomarla del cabello, pero preferí guardar ese detalle para nuestra próxima cita.

La pasión fue arrolladora. Cada momento, cada beso y cada caricia reflejaron la confianza y química que habíamos construido. Fue más que un simple encuentro; fue una experiencia inolvidable que dejó claras las posibilidades para la próxima vez.

Después de nuestra intensa sesión inicial, Valentina me sorprendió al decir: "Vamos al potro del amor". Mis ojos literalmente brillaron de emoción. Me acomodé en el mueble y ella, con toda su sensualidad, se colocó encima de mí, moviéndose con una energía renovada que me dejó sin aliento. Mientras ella se balanceaba, yo me apoyaba en el mueble para acompañar sus movimientos con los míos, impulsando mi cadera hacia ella, logrando un ritmo perfectamente sincronizado.

Tras disfrutar esa posición, nos levantamos y la coloqué boca abajo contra el potro, su trasero quedando a la altura perfecta de mi cadera. La penetré en una postura que podría llamar "Ranita", por cómo su cuerpo estaba ligeramente recostado en el mueble. Cada embestida era más intensa que la anterior, tanto que el potro comenzó a desplazarse lentamente. Mis manos recorrían su espalda, nalgueándola suavemente mientras mi pulgar acariciaba su ano, tanteando terreno pero sin llegar a profundizar del todo, dejándolo como una posibilidad emocionante para nuestra próxima cita.

El potro había avanzado casi un metro por la fuerza de nuestras embestidas, cuando Valentina, con una mezcla de picardía y decisión, me tomó de la mano y me llevó al "Rincón del sacrificio". En ese momento, mi corazón se aceleró; uno de los aspectos que más me fascinan de una experiencia así es cuando la mujer toma el control, prácticamente "violándome" con su seguridad y determinación. Me encanta esa dinámica en la que soy llevado a explorar nuevos límites, y Valentina sabía perfectamente cómo hacerlo.

Se recostó boca arriba, agarrándose de los tubos del mueble con una confianza que solo aumentaba mi deseo por ella. Me indicó con una sonrisa cómplice que me posicionara, y no dudé en tomar mi miembro para penetrarla nuevamente desde ese ángulo. Sujetándome yo también de los tubos, la embestí con fuerza, dejándome llevar por el ritmo que ella marcaba. Las sensaciones eran tan intensas que por momentos sentí que casi rompíamos el mueble.

Con cada movimiento, Valentina pedía más, sus palabras y gemidos encendiendo aún más mi instinto. Era un equilibrio perfecto entre el control que me permitía ejercer y los momentos en que ella tomaba las riendas, guiándome con su cuerpo y su energía. Esa interacción, donde yo también podía soltarme completamente, fue pura magia. Cuando decidió cambiar la dinámica, se giró para colocarse de perrito en el mismo mueble, invitándome con una mirada que era pura tentación.

Acomodé su cuerpo para continuar con las embestidas, disfrutando de esa posición tan intensa mientras la habitación vibraba al ritmo de "Darte" de Alex Rose y Mike Towers. La melodía, especialmente esa frase de "Quiero chingarte, Darte!, dime si tú no..", parecía diseñada para encapsular lo que estaba sucediendo entre nosotros.Cada detalle de esa sesión, con Valentina alternando entre ser dominante y dejarse llevar, fue una experiencia placentera.

Decidimos tomar un merecido descanso, y Valentina se ofreció a darme un masaje. Después de semejante faena, sentir sus manos recorrer mi espalda fue un placer indescriptible. Sus caricias suaves, casi hipnóticas, me relajaron al punto de querer quedarme dormido como un bebé.

Decidimos ir al jacuzzi para relajarnos un poco. Pedí una burbuja de lavanda —su favorita— y ordenamos algo de tomar (una naranjada y un cappuccino, perfectos para un mañanero). Sumergidos en el agua tibia, seguimos conversando de todo tipo de temas, tan a gusto que, cuando nos dimos cuenta, eran casi las 12:30. Nos pasamos del tiempo acordado, y eso es algo que valoro mucho: cuando la chica no está pendiente del reloj y se deja llevar por el momento.

Nuestra plática fue tan amena que el tiempo voló. Entiendo que todo depende de la química, y con ella fluye de manera natural. Por eso repetí con Valentina y sin duda volveré a hacerlo.

La verdad, hasta se me había olvidado que seguía “trabajando”, pero afortunadamente nadie me buscó y no tenía pendientes urgentes, así que mi Home Office se convirtió en el cómplice perfecto de este mañanero inolvidable. Luego de relajarnos en el jacuzzi y disfrutar nuestras bebidas, comenzamos a alistarnos para irnos.

Bajamos juntos al lobby y nos despedimos, aún con la adrenalina y la satisfacción corriendo por el cuerpo. Fue el final perfecto para procesar toda esa faena matutina.